De Jimmie Morales siempre me impactó su alto grado de humildad. Esa humildad que raya en la timidez, unida a su gran habilidad para encargarse de mantener el tiempo musical con la tumbadora, y a su inquebrantable disciplina hacen de él un musicazo.

Para mí ha sido un honor cantar al compás de ese tambor por más de 40 años, que se dicen fácil, pero que no son pocos. Entre unas cosas y otras, son más de cuatro décadas en las que Jimmie me ha llevado el tiempo con precisión de reloj suizo, lo que le vuelve un sello distintivo a la hora de hacer música para el bailador. Su sonido es limpio y contundente. Sí, mi oído está acostumbrado a esa calidad y nuestra complicidad musical en tarima no tiene igual. Los músicos de la generación más reciente tienen que aprender mucho de Jimmie. Su profesionalismo, musicalidad, respeto a la profesión y su disciplina hacen de este gran músico, uno indiscutible.

Camínalo, Jimmie…

Gilberto Santa Rosa

El Caballero de la Salsa

Libro en carpeta rústica